Hace poco leí un libro sobre un juicio a una mujer acusada de bruja en el siglo XVII. El libro es el resultado de la investigación de la autora e historiadora Ulinka Rublack. La mujer que fue a juicio era la mamá del reconocido astrónomo y matemático alemán Johannes Kepler, su nombre es Katarina Kepler. Este libro muestra, entre otras cosas, lo que rumores y chismes detonan cuando hay ganas de prender hogueras. En otras palabras, en este contexto las brujas existen porque hay instituciones que las persiguen, las torturan, juzgan y eliminan, en una sociedad que cree y teme a las brujas. En esa época la tortura era un método legal para extraer confesiones en aquellas tierras. Unos siglos después en México la tortura no es legal, pero si es una practica utilizada con personas detenidas.
En estos tiempos vemos muchos tipos de brujas, las curanderas, las irreverentes, las abortistas, las malhabladas, las feministas, las sabias, las putas, las activistas, las que defienden los bosques, las que cuidan la vida, las que disfrutan de su cuerpa-sexualidad, las lesbianas, trans, las parteras tradicionales que no quieren certificarse porque su conocimiento es empírico-oral-ancestral y no biomédico, las que luchan por la autonomía de sus cuerpas, las que gritan ¡ni una más! Hay brujas que son una y son todas estas brujas. A pesar de vivir en otros tiempos y otras latitudes sigue habiendo brujas, me refiero entonces a mujeres/personas que incomodan, que no se callan, que no siempre piden de buena gana si no que exigen un alto a la violencia que sus cuerpas encarnan día a día. Realidad: vivimos en sociedades violentas para con las mujeres, las personas feminizadas, sobre todo las racializadas. A estas se les reprime (juzga) si se atreven a hablar de esa violencia que viven, imperdonable si además muestran rabia, porque una cosa es estar enojada y otra tener derecho a expresarlo, eso es cosa de brujas… así se convierte una en el problema (violenta), al indicar que hay un problema (violencia) como lo plantea la feminista Sara Ahmed.
La comediante Australiana Hannah Gadsby menciona en su show Nanette algo que me mueve en estos momentos… ella comparte experiencias violentas y menciona que tiene todo el derecho de estar enojada, al tiempo que afirma no tener derecho a esparcir esa rabia. Esto me resuena porque razones sobran para estar enojada cuando se consideran las múltiples formas de opresión y violencia que van dejando heridas colectivas en la memoria y en la piel. Entonces me pregunto si expresar la rabia ante este dolor y violencia convierte a una en feminazi, bruja o feminsit killjoy (utilizando el término de Sara Ahmed) lo que significa de entrada, que no todas las personas pueden expresar libremente ese sentimiento porque son juzgadas por ello, entonces hacerlo es un acto subversivo, pero ¿qué hacer para no esparcir esa rabia? En este mundo abunda el enojo y una de sus cualidades es que prende como pólvora. Puede ser frágil, en ocasiones porosa, la línea entre la rabia y el odio. El problema es que no quiero sembrar enojo donde se necesita crecer amor, pero para sanar hay que reconocer el dolor causado y eso encabrona, mucho. En otras palabras, el proceso de sanar es de depuración y también trae consigo la mierda, es así.
Hace un par de años en Escocia se llevó a cabo una exposición de arte titulada “brujas y cuerpos malvados” (Witches & Wicked Bodies) donde se presentó arte de Europa Occidental desde el renacimiento a la época actual. Estas representaciones artísticas tratan sobre brujas, quienes en el imaginario colectivo eran (y siguen siendo) en su mayoría mujeres. Y la gran mayoría de dichas representaciones artísticas fue hecha por hombres. Se creía que ser mujer implicaba una inferioridad moral-intelectual y espiritual que las hacía más susceptibles al demonio. Esa misoginia cruzó los mares y llegó encarnada en los muy racionales colonizadores que venían cargados de civilización y cruces para evangelizar, para matar la otredad. sembrando miedo hacia lo que rebasaba su lógica, aquello que no eran capaces de sentir-entender. En las colonias también se mataron brujas, las diosas se vieron degradadas, convertidas en monstruos y demonios bajo la mirada del colonizador. No entendieron y no entienden que en Mesoamérica las serpientes eran sagradas como las que conforman la diosa Cuatlicue, siempre en dualidad fluida-no jerárquica (ometeotl/omecihuatl) y no las instigadoras del pecado original. Al importar el pecado, surgieron en los territorios colonizados los pecadores.
En la actualidad se persigue y hostiga a feministas, periodistas, mujeres que toman la palabra, que utilizan los espacios virtuales y físicos para compartir sus ideas, posturas político-epistémicas y a quienes denuncian las múltiples formas de violencia que existen. El internet no es necesariamente un espacio ganado, compartir en redes sociales es un acto que puede empoderar como vulnerar y exponer a formas de violencia que tienen consecuencias tangibles para quienes se ven afectadas. Así el trolling se vuelve otra forma de violencia de género que afecta a mujeres desproporcionalmente cuando utilizan las redes como plataforma y tiene el fin de silenciarlas. Esto implica sacar de contexto y crear polarización para perseguir a quien se atrevió a hablar. Por esto existen herramientas feministas para que se protejan de estos tipos de violencia, son estrategias e iniciativas colectivas de autocuidado, nos necesitamos. El peligro es real, pero las brujas nunca han sido el problema, el problema es que siempre han existido aquellos con ganas de cazar brujas, de perseguir y juzgar. Hay a quienes les apasiona prender fuego, por eso se necesita afinar la intuición, escuchar a las ancestras pa saber distinguir entre fogata y hoguera.
A lxs que no se callan
A lxs que incomodan con su cuerpa y su palabra
A lxs que ponen el corazón en todo lo que hacen
Lxs que entienden los mensajes que sueñan
Lxs que se han roto tantas veces que tienen muy clara su capacidad pa resurgir
Lxs que han sido juzgadas por ser ellxs, por salir del molde
Lxs que preguntan las preguntas que nadie quiere escuchar
Lxs que cuidan la vida
Lxs que arden por la injusticia
Lxs que ocupan demasiado espacio con sus cuerpxs
Las putas
Las que siguen luchando
Las que ya no están
Las que han abierto camino
Las que se encabronan por tanto dolor y no lo esconden
Las que no les da la gana sonreír a quien las cosifica
Las que resurgen de las cenizas
Las chamanas
Las sabias
Las curanderas
Las Feministas
Las antirracistas
A todas las brujas
Gracias!
Recomedaciones sobre el tema:
Musical
Una peli que no se deben perder titulada “No soy una bruja” (I am not a witch)
Libros
La Catartica 
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